martes, 24 de mayo de 2011

Amistad un gran valor...

María Moragues/Posadas
Ahora comienza la real adaptación, aquello que para nadie es fácil y nosotros no ibamos a ser menos. Primero que todo, tener un móvil (celular llamado aquí) argentino, para ello nos pedian ser argentinos y como no lo eramos, debimos recurrira la gran ayuda de Leandro. Un gran compañero de la universidad que nos ha ayudado no sólo en eso, si no en muchisimas cosas más.

Conseguimos la tarjeta y fuimos a la Placita (mercado de contrabando, que aquí se ve que es legal porque nadie dice nada) a comprarnos un móvil libre. Unos 18 euros nos costó un Nokia, increible pero cierto.

Después llego el momento de ir a la universidad, menos mal que los profesores nos ayudaron muchísimo. Gracias a Zamboni, el director de la carrera, que nos hizo de garante conseguimos alquilar nuestra casa. Todos y cada uno de los docentes nos prestó su ayuda para cualquier cosa, eso no sé si en España ocurrirá, ésta es la ventaja de ser los primeros en acudir de intercambio a Posadas.

Si soy sincera, las primeras semanas no me sentí nada integrada en la universidad y muchísimo menos en la ciudad. No me sentía identificada ni con su manera de concibir la vida, ni con su método de trabajo. Es muy diferente y muy duro. Llegar a unz universidad totalmente pública, que los estudiantes no pagan ni la mátricula y por ello sus instalaciones son precarias. Sí, es buenísimo que toda persona tenga derecho a ir a la universidad, que no hayan distinciones pero no por ello las clases deben estar sin las comodidades necesarias para cursar como dios manda. La falta de mobiliario es lo que más me impresionó, si no hay sillas suficientes vas a otra clase y agarras las que quieras. Es otra manera de ver la educación ya que estas instalaciones son precarias porque el estado no invierte en educación.


Pero debo reconocer que todo ello se suprime cuando ves a los profesores, excelentes docentes que se preocupan por la vida de sus alumnos. Que consiguen transmitir ese sentimiento de respeto pero a su vez son amigos y confesores. Eso es lo que le falta a España y a sus universidades, que los alumnos no sean simplemente números a los que en junio debes calificar.

Con nuestros compañeros de clase, en los comienzos, no teníamos ningún tipo de relación. No sé si los españoles hicimos una piña que nadie podía sobrepasar o que no estaban acostumbrados a recibir a estudiantes de otros países. Todo ello ha cambiado positivamente, ahora mismo me siento una más de ellos.

Fueron semanas muy duras ya que cuando estaba en España siempre pensaba voy a conocer a muchísima gente, con diferente cultura y manera de pensar. A la llegada no se cumplieron las expectativas que tenia,no encontrar a gente de otros países y a argentinos que ya tienen su vida hecha. Muchas veces pensaba menos mal que no me vine sola, porque si hubiera sido así a las dos semanas estaba de regreso. Menos mal que poco a poco todo cambió, conocimos a tres chicas encantadoras que nos prestaron también toda su ayuda y sobretodo su amistad, lo que más necesitabamos en ese momento. Con Nadia, Manuela y Sandra nos une ahora una fuerte amistad, al igual que con muchísima gente más, pero ellas fueron el impulso que te deben dar para salir corriendo, simplemente un empujón.


Cenas en casa con amigos, salidas a los boliches (discotecas), cervecitas en los bares del centro fue todo lo que conseguimos después de ese magnífico empujón.

Después de ello, empezamos a sentirnos adaptadas y a ver Posadas con otra perspectiva.

Una experiencia única que sólo yo podía vivir.

lunes, 23 de mayo de 2011

Todo lo bueno se hace esperar

No me suelo considerar una persona afortunada, ni con suerte, jamás he ganado un sorteo, ni me ocurren cosas extraordinarias pero, hace ahora mismo casi un año, me encontré en el lugar adecuado en el momento adecuado. Sin todavía saberlo, me había tocado el mejor de los premios, la “Beca Destino”, solo su nombre ya resultaba atractivo.

Todo comenzó durante la fiesta de graduación de mis compañeros. En una embriagada conversación entre aquellos a los que, por desgracia, todavía nos quedaba un añito más de universidad. El tema, la ansiada necesidad de desaparecer, de viajar algún lugar remoto, de vivir una experiencia erasmus o similar. Fue en ese momento entonces, cuando uno de esos colegas caracterizado por encontrar chollazos nos habló a unos cuantos sobre la famosa Beca Destino. Más de 10 países diferentes, 20 plazas para los más rápidos y sobre todo, para los más afortunados. Tuve suerte, madrugué, la causa lo merecía.  Casi 15 días después publicaron las listas, ya era mía, tenía en mi poder una plaza para cursar un año en alguna universidad de Sudamérica.

Mi primera elección, Valparaíso, a 100 Km. de Santiago de Chile, en la costa del Pacífico, un lugar pequeño pero con muchísimo encanto. Tan solo el nombre ya  resultaba tentador, durante más de seis meses, me documenté, investigué, y pensé que allí viviría mi último año de carrera, sin embargo, ese no era el lugar que el destino tenía preparado para mí. Deficiencias burocráticas, incompetencias varias, el caso es que tras serios problemas entre las universidades, y cuando más negro pintaba el asunto, todo se resolvió. Lograron reubicarme a última hora en otro país y tras varias semanas de incertidumbre, la Universidad Nacional de Misiones me aceptó. Ahora sí, Argentina me esperaba.

Posadas, capital de Misiones, una de las provincias más pequeñas del país. Situada en extremo nordeste de Argentina y triple frontera con Brasil y Paraguay. Famosa por albergar maravillas naturales como las Cataratas de Iguazú, pero también con un 30% de su extensión de territorio selvático. Un destino cuanto menos seductor, aunque he de reconocer que mi miedo iba en aumento.
El tiempo corría en mi contra, mi máxima meta, conseguir información del lugar, hasta entonces, totalmente desconocido para mí. Inseguridades, nervios, dudas, más nervios… y de repente un alo de esperanza. María, como la virgen, ¡así se me apareció! jejeje. Otra de las ganadoras de este estupendo sorteo que nos tenía preparado el destino. Ella fue la mayor de mis alegrías. Esta aventura me había regalado una compañera de batallas y la verdad es que, ni hecha a medida, y sino ¿qué me digan a mi a cuantas personas les gusta desayunar una coca-cola light acompañada de un cigarrito? Jejeje
La relación que ahora nos une es indescriptible, pero en aquel entonces éramos dos locas, totalmente desconocidas y muy acojonadas. Un tuenti, varias llamadas y una coca-cola light en una gasolinera durante 20 minutos de confesiones bipolares fue todo lo que nos hizo falta para saber que los próximos meses seríamos siamesas.

La fecha de la partida se iba acercando. Vacunas, pasaporte, visado, seguro médico, billetes de avión…todos los trámites en orden para comenzar la semana de las mil y una despedidas. La de los compañeros de trabajo, de uni, de amigos y familiares y cuanto menos tiempo faltaba más nerviosa e indecisa me encontraba. Menuda decisión tomé al echar la solicitud aquel día, no hacía más que pensar y pensar en que quizá estaría cometiendo una locura, pero una locura a más de 14.000 km de distancia de mi vida y la cual no tenía vuelta atrás.
No había lugar para el arrepentimiento, llegaba la hora y tenía que cruzar el charco yo solita. Un viaje Alicante-Madrid en coche, una durísima despedida de la familia en Barajas, muchas lágrimas una mezcla extraña de sentimientos y por fin rumbo a Buenos Aires. Comenzaba mi aventura en Argentina.

YAIZA VIVAS



De todo se aprende

María Moragues/Posadas
Un abrazo enorme y un "menos mal que has llegado" fue lo primero que recibí a la llegada de Posadas, era mi nueva compañera de aventuras y tantas que nos esperaban...
Lo primero que hice fue ducharme después de estar un día dando tumbos por el mundo, era lo que necesitaba y después una buena cena. Esos bares que se llaman "Bar Español" y sólo tienen de España su nombre. Tortilla de patatas con pimiento, chorizo... ¿Eso es tortilla española? pues no... así que una hamburguesita para este cuerpo serrano!

Después descubrí la noche posadeña, fuimos a la barra Yaiza y yo a pedirnos un cubata... Primera reacción: no había Fanta de limón y todas las bebidas alcohólicas las consumo con limón, nos dimos una vueltecita por el lugar y todos iban con una botella de champán debajo del brazo. Pensamos: "nosotras no vamos a ser menos, jajajaja" y resulta que era lo más económico, una botellita para las dos. Mientras subían las magníficas burbujas a mi cabeza, empezamos a bailar, a contarnos cosas de nuestra vida... Aquello que se hace con una persona que terminas de conocer. La fiesta entre baile y botellita de champán terminó a las 4 de la mañana.
*Aquí dentro de las discotecas dejan fumar.


Ahora tocaba descansar en el hotel, pensamos que nos levantaríamos a las 9 de la mañana para desayunar ya que entraba en el precio y teníamos que ahorrar. En que mal momento lo pensamos, a las 9 sonó nuestro despertador y vimos como justo al lado de la puerta del baño había un charco de agua. "Cuidado no te resbales" escuché.  Pocos segundos después estaba en el suelo con una brecha en la cabeza, ese fue mi regalo de bienvenida. Ambulancia, hospital y todo lo que viene después. Menos mal que se quedó en un simple susto, que aconojó a todo el hotel y sobretodo a mi compañera que me conocía desde hacia horas.
Después de este sustillo todo tenía que salir bien y así fue. Seguimos durante unos días en el hotel mientras tanto buscábamos piso. Una noche que íbamos a hablar con la familia vía Skype, bendito invento para hacerle un monumento a su inventor, bajé a la recepción con zapatillas de ir por casa. Yaiza me comentó vas a bajar así y respondí: Claro, si no voy a ver  a nadie interesante. (Además todo el hotel me había visto con unas pintas el día del accidente, que más me daba)
En ese momento, con zapatillas de ir por casa, apareció Carlos, el otro español. Lo conocimos, fue como una salvación, un chico, alguien que nos puede ayudar. Cenamos, comentamos que queríamos hacer durante los próximos 6 meses. Lo primero era buscar una casa para tres personas.


Comenzó nuestra búsqueda durante 4 días, hasta que conseguimos la casa en la que hoy vivimos. Ya teníamos la casa pero faltaba amueblarla, una tarea difícil ya que no teníamos ni idea donde estaban las tiendas de muebles de segunda mano.
Manos a la obra, buscando tienda por tienda aquello que necesitábamos. Somier, mesitas de noche, mesa para el comedor, nevera (aquí llamada heladera), cocina, sofá, sillas... Lo único que compramos nuevo fueron los colchones y las almohadas, nos daba un poco de asco que fuera utilizado. Llegó el momento de limpiar, millones de arañas, bichos indescriptibles vivían en nuestra humilde morada.


Aquí la gente no utiliza fregona, se coge una escoba y se le pone un trapo con dos pinzas y ya tienes fregona. Limpiamos así todas las paredes y las desinfectamos. Dormimos en el suelo la primera noche, con los colchones tirados y con sacos de dormir, sin almohada. Los tres arropaditos, por lo que pudiera ocurrir.
Poco a poco trajeron los muebles, arreglamos la casa, nos acomodamos. Y por fin, en ese momento encontramos fregona y cubo con escurridor. Una vez ya estaba toda la casa limpia. Ese momento en el que Carlos y Yaiza se pusieron a grita en medio de una tienda: "Maria, Maria, corre, corre, no te imaginas lo que hemos encontrado", sí era una simple fregona y un cubo con escurridor. Como si hubiéramos visto a la mismísima "Mare de Deu".
Este periodo de tiempo fue duro, intenso pero no os podéis ni imaginar lo que nos llevgmos a conocer los tres. Sin esta experiencia supongo que no hubiera superado mis miedos a las arañas, lagartos, bichos indescriptibles... De todo se aprende y todo te forma como persona.

Una experiencia única que sólo yo podía vivir.

martes, 17 de mayo de 2011

Decisión acertada...

María Moragues/Posadas
Una decisión que tomas a veces sin pensar, sin recapacitar sus pros y sus contras, un impulso que te lleva a tener un cambio radical en tu vida. Así fue como decidí presentar mi solicitud para la Beca Internacional Bancaja, justo el día antes de que concluyera el plazo. No sabía donde quería marcharme pero si que lo necesitaba, que era un cambio que me ayudaría no sólo en mi carrera si no también a formarme como persona. Decidí Argentina, el motivo unos familiares que tengo aquí, pero nunca imaginaba que este estado fuera tan grande. ¿Por qué Posadas? Ni lo pensé, busqué los posibles destinos: Buenos Aires y Posadas. La primera una gran ciudad, que podría visitar en cualquier momento y Posadas que posee la triple frontera. Decidido, Posadas será donde me trasladaré, pensé.

No sabía por cuanto tiempo, pero debido a la relación tan fuerte y afectiva que tengo con mis padres y hermana, decidí sólo estar cuatro meses. Una decisión acertada o no para muchos, pero era aquello que me pedía mi cuerpo en ese momento. Quería vivir una experiencia que podía aprovechar estando sólo cuatro meses.
En un principio era la única alumna de la Universidad Miguel Hernández de Elche que se trasladaba a Posadas, sí una aventura que debía vivir sola. Al principio ni lo pensé pero cuando iba acercándose el momento de marchar comenzaron los dolores de cabeza, ¿Qué haré yo sola en una ciudad que ni si quiera había oído hablar de ella? Aquí, en ese mismo instante, recibí un privado en la red social Tuenti. Era una compañera de la universidad, le habían concedido la misma beca que  a mí y nos íbamos juntas. Nos conocimos el día de mi despedida en Elche, tomamos una Coca Cola Light durante una hora, charlamos sobre todo aquello que teníamos previsto hacer. Aquí puedo decir después de convivir 2 meses con ella, que en aquel mismo instante comenzó una gran amistad. Bendito privado pensaba mientras iba hacia a mi casa, fue mi salvación.
Después llegaron las despedidas, momentos duros. Mis compañeros de la universidad me organizaron una gran fiesta, no faltó ninguno. Después de cuatro años juntos, dejaba por una temporada aquella gran ciudad. Experiencias vividas, enseñanza, momentos únicos que me llevaría guardados en la mente gracias a ellos, mis amigos. Fue duro hacer una mudanza después de todo lo vivido, pero sabía que no era un adiós era un hasta pronto.

No podían faltar mis amigos de Gandia, me prepararon la mayor fiesta sorpresa junto con mi familia. No imaginé en ningún momento que me harían una fiesta, fue la mejor despedida que unos amigos te pueden hacer. Me disfrazaron de miss argentina, me regalaron una camiseta (que confieso que me la pongo cada vez que ellos hacen un evento que me gustaría estar), un álbum de fotos (que veo todas las noches antes de acostarme) y el mejor regalo de todos, su compañía.



Ahora sí, llegó el día clave, el 24 de Marzo, fecha de mi partida. Mis padres, mi hermana y mi abuela en el aeropuerto. No es necesario que comente como son las despedidas definitivas. Lloré, me despedí, reí, pensé ¿por qué pedí esa maldita beca?, pero finalmente me conciencié que ahí comenzaba una experiencia única que sólo yo podía vivir.